Video | Terror criminal sacude a Veracruz

 

Una maestra jubilada es asesinada tras resistirse a la extorsión

El asesinato de Irma Hernández Cruz, maestra jubilada y taxista de 62 años, ha encendido las alertas sobre el control del crimen organizado en Veracruz. El 18 de julio, un comando armado interceptó a la mujer frente al Mercado Municipal de Álamo Temapache. Ahí, encapuchados con armas largas la obligaron a grabar un video donde, de rodillas, dirigía un mensaje a sus compañeros taxistas: “Con la mafia veracruzana no se juega, paguen su cuota… o van a terminar como yo”.

Horas después, su cuerpo fue hallado en un rancho ubicado a 40 kilómetros de Tuxpan. El hallazgo coincidió con la renuncia del director de Seguridad Pública del municipio, capitán Raúl Saucedo Cisneros, quien dejó su cargo el mismo día del secuestro. Este hecho ha generado inquietud entre los ciudadanos, que señalan una posible relación entre ambos eventos.

La mafia impone control por la fuerza

La organización criminal conocida como Mafia Veracruzana —antes llamada Grupo Sombra y surgida del Cártel del Golfo— mantiene una red de extorsión que afecta a taxistas, comerciantes y pequeños negocios del norte del estado. Desde su reconfiguración en 2024, ha extendido su poder a entidades vecinas como Tamaulipas y San Luis Potosí. Su método se basa en la amenaza directa: pagar o morir.

En comunidades como Álamo Temapache, el miedo ha reemplazado a la vida cotidiana. Residentes reportan que las calles antes bulliciosas ahora lucen vacías y silenciosas. Las amenazas son frecuentes, y la ejecución de Irma se ha convertido en un mensaje claro para quienes intenten resistir la extorsión.

Autoridades en silencio, población desprotegida

La respuesta oficial ha sido limitada. La gobernadora Rocío Nahle confirmó que la carpeta de investigación ya fue judicializada, aunque no dio detalles sobre los avances o los responsables, citando razones de seguridad. Mientras tanto, la población exige respuestas y protección real ante un contexto donde la impunidad prevalece.

El caso de Irma Hernández Cruz no es aislado. Se suma a una serie de denuncias por ausencia de autoridad y operaciones criminales en plena luz del día. Pese a la presencia militar en ciertas zonas, las células delictivas continúan actuando con libertad, reforzando un sistema de control que socava las estructuras estatales.

En este escenario, el crimen organizado en Veracruz no sólo impone cuotas económicas, sino también una cultura del miedo donde resistirse puede significar la muerte. Y mientras el Estado no garantice justicia, cada nuevo crimen deja más desprotegida a la sociedad civil.

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