“Estuve a cuatro horas de morir”: la historia de César Fierro
César Fierro, originario de Ciudad Juárez, pasó más de 40 años encarcelado en Texas, Estados Unidos, por un crimen que no cometió. Su caso se convirtió en uno de los más emblemáticos sobre errores judiciales y violaciones a los derechos humanos en América del Norte.
Durante esas décadas, Fierro vivió casi 20 años en aislamiento, en una celda de tres metros cuadrados, condenado a muerte por el asesinato de un taxista ocurrido en 1979. En 2020, fue liberado tras comprobarse que su confesión fue obtenida mediante tortura y amenazas contra su familia.
Hoy, a sus 69 años, Fierro intenta reconstruir su vida en la Ciudad de México mientras espera una disculpa formal que, hasta ahora, no ha llegado.
¿Cómo se fabricó su culpabilidad?
En febrero de 1979, la policía de El Paso halló el cuerpo sin vida del taxista Nicolás Castañón. Cinco meses después, detuvieron a Fierro, quien trabajaba como recolector de chiles. Lo acusaron falsamente de intentar introducir drogas en prisión y, bajo presión, lo obligaron a firmar una confesión por el asesinato.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) confirmó que agentes de Ciudad Juárez detuvieron y amenazaron con torturar a la madre y al padrastro de Fierro. Ante el miedo por su seguridad, él aceptó el crimen.
Aunque no existían pruebas físicas que lo vincularan al asesinato y su casero declaró que estaba en su casa cuando ocurrió el homicidio, el tribunal lo sentenció a muerte en 1980.
Años después, un juez reconoció que su confesión había sido coaccionada, pero no se le concedió un nuevo juicio debido a tecnicismos legales.
¿Qué pasó después de su liberación?
El 14 de mayo de 2020, un tribunal en Texas anuló la pena de muerte al comprobar errores en el proceso. Lo condenó a cadena perpetua con libertad condicional inmediata y fue deportado a México.
Fierro salió sin hogar, sin trabajo y sin red de apoyo. El cineasta Santiago Esteinou lo ayudó a conseguir alojamiento y documentó su proceso de readaptación en el filme “La libertad de Fierro” (2024), continuación de Los años de Fierro (2014).
La CNDH recomendó ofrecerle una disculpa pública, apoyo psicológico y compensación económica, pero el Estado mexicano aún no ha cumplido.
Mientras tanto, Fierro intenta adaptarse a la vida fuera de prisión. “La justicia me quitó todo. Estoy libre, pero no me queda mucho tiempo”, dice con serenidad.
Aún le teme al metro y a los camiones, pero sonríe cuando habla de su nueva rutina: clases de inglés, taichí y crucigramas, pequeñas libertades que le devuelven un sentido de vida que el encierro le arrebató.
