Feminicida Evangelina Alcalá

Feminicida de Evangelina Alcalá al filo del veredicto

Ocho años de dolor que no cede

La voz de la familia de Evangelina Alcalá Valero volvió a retumbar, y esta vez con más fuerza. A casi ocho años del brutal asesinato de la joven madre en el ejido Puebla, su gente exige que el caso no quede impune. Desde temprano, su familia y activistas se reunieron afuera del Centro de Justicia Penal; llegaron con cruces rosas, gritos ahogados y recuerdos que todavía duelen. Todos buscan lo mismo: sentencia para el presunto feminicida, su exnovio Josafat “N”, quien enfrenta la recta final del juicio.

En 2017, Evangelina salió de su trabajo rumbo a casa. Su hijo la esperaba en la carretera, confiado en que vería llegar a su mamá. Sin embargo, ese día la tragedia marcó su destino. De pronto, su rastro se perdió. Semanas después, autoridades hallaron su cuerpo con signos de violencia extrema cerca del ejido Puebla. Así comenzó una lucha que no termina y que hoy mantiene a su familia con la esperanza rota, pero con espíritu firme.

Mientras tanto, activistas de la fundación Seymar, Reconstruyendo Vida acompañaron a la familia como lo han hecho desde que el caso tomó fuerza. Para ellas, esta causa representa más que apoyo: es una batalla compartida y un llamado a que ninguna mujer más pierda la vida.

El acusado y el juicio que define todo

Desde que las autoridades señalaron a Josafat “N” como presunto responsable, el camino legal se volvió largo y tortuoso. Luego del crimen, el señalado huyó a Estados Unidos. Sin embargo, una falta administrativa lo puso en manos de la ley y lo deportaron a México debido a una ficha de búsqueda.

Así, comenzó un proceso que ha tardado casi dos años en llegar al momento decisivo. Hoy, la audiencia de alegatos finales abrió el capítulo más intenso. La familia de Evangelina quiere lo que considera justo: una condena máxima. Quiere que la historia no se repita, que el dolor tenga respuesta y que la justicia llegue, aunque lo haga tarde.

Activistas que perdieron a sus propias hermanas también se reunieron ahí, recordando que esta pelea trasciende nombres y fechas. El eco del feminicidio golpea a muchas familias, y cada nuevo caso se suma a una herida colectiva.

Clamor que crece y esperanza que resiste

Finalmente, mientras las puertas del tribunal se cerraban para el debate jurídico, afuera se elevaban plegarias y reclamos. La familia de Evangelina abrazó sus cruces y apretó fotografías que mantienen viva su memoria. Nadie se movió. Nadie bajó la voz. Justicia, repetían una y otra vez.

Hoy, esta historia vuelve a recordarnos que las mujeres merecen vivir sin miedo. Y que, aunque tarde, el país debe responder ante cada vida arrebatada. En ese lugar, entre lágrimas y valentía, la esperanza sigue respirando.

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