Solo en los últimos 10 años, 39 sacerdotes han sido asesinados en México


En México, ser sacerdote o pastor es una labor que implica riesgos. Por decimocuarto año consecutivo, el país ha sido catalogado como el más peligroso para los sacerdotes en América Latina, según datos de la organización no gubernamental Catholic Multimedia Center (CMC), los cuales han sido publicados por el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Los registros del CMC muestran que durante el periodo de octubre de 2021 a octubre de 2022, se presentaron 800 incidentes de extorsión y amenazas contra sacerdotes en todo el país, cifra que no incluye los casos de extorsión digital. Además, en los últimos 10 años, se han registrado al menos 39 asesinatos de sacerdotes en el país, en su mayoría perpetrados por el crimen organizado.

La labor de los sacerdotes, pastores y otros líderes religiosos en México implica un riesgo constante debido a su rol de autoridad moral, su influencia entre sus fieles y su participación en actividades de activismo social a favor de los más vulnerables. Esta situación, por desgracia, puede incomodar a los grupos delictivos y colocarlos en la mira de la violencia.

El año pasado, se presentaron tres casos emblemáticos de asesinatos de sacerdotes en México, que ilustran la peligrosa situación que enfrentan. En mayo, el sacerdote José Guadalupe Rivas fue asesinado. Posteriormente, en junio, los jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar fueron asesinados por el crimen organizado, presuntamente en represalia por haber dado albergue a un miembro de una banda rival.

A pesar de la gravedad de la situación, tanto las autoridades gubernamentales como algunos líderes de la Iglesia Católica han afirmado que las cifras de asesinatos y amenazas se deben a los altos niveles de violencia generalizada en el país, y no a la religión.

Sin embargo, es importante señalar que la situación de violencia en México es multifactorial, y que tanto el Estado como la sociedad deben tomar medidas efectivas para garantizar la seguridad de todos los ciudadanos, incluyendo a los líderes religiosos. Es necesario fomentar la cultura de la paz y la tolerancia, así como fortalecer las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia en el país.

Además, es fundamental que se investiguen a fondo los casos de violencia contra sacerdotes y se castigue a los responsables, con el fin de prevenir futuros ataques y garantizar la seguridad de todas las personas que se dedican a la labor religiosa en México. Solo así podremos construir una sociedad más justa y pacífica para todos.


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