Marco Ebben

La historia de Marco Ebben, el criminal holandés que trabajaba para “La Mayiza” y que fue asesinado

La historia de Marco Ebben, el criminal holandés que trabajaba para “La Mayiza” y que fue asesinado

Aunque parece una historia de película, los hechos que a continuación se relatan son reales. Marco Ebben fue un criminal holandés que trabajaba para el cártel de Sinaloa, y que ayudó a la organización criminal a extenderse por Europa y Asia.

El jueves 13 de febrero, elementos de seguridad de Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México, reportaron haber hallado el cuerpo de un extranjero en una zona residencial del municipio. De acuerdo con información publicada horas después de que los policías encontraran el cuerpo, Marco Ebben recibió una serie de disparos cuando se dirigía hacia su camioneta dentro de la zona residencial. Todavía se desconoce la identidad de quienes habrían propinado los balazos al holandés, sin embargo, se sabe que fueron dos hombres encapuchados.

Marco Ebben, un “broker” buscado por la Europol

El asesinato de Marco Ebben pone en evidencia el alcance de organizaciones criminales como “El Cártel de Sinaloa”. El holandés fungía como un “broker” dentro de la organización, es decir, como un elemento capaz de vincular el tráfico de estupefacientes y armas entre América, Europa y Asia. De hecho, sus vínculos con criminales eran bien conocidos por la policía europea; Ebben era considerado uno de los criminales más buscados por la Europol.

El holandés ya había sido reportado como muerto meses antes en septiembre del 2024 “cuando el diario holandés De Telegraaf informó que el narcotraficante había sido abatido en un enfrentamiento en Culiacán, Sinaloa, mientras apoyaba a “La Mayiza” en la guerra interna del Cártel de Sinaloa.” (Infobae).

¿Quién era?

Ebben no era un criminal común. Criado en la opulencia de una familia marcada por el delito, siguió los pasos de su padre, Henk Ebben, un veterano traficante de drogas de Rotterdam que había dominado el negocio del hachís y las metanfetaminas en la década de los noventa. Juntos, construyeron la red criminal “Rainforest”, un emporio de contrabando que enviaba drogas a Inglaterra disfrazadas en cargamentos de camisetas falsificadas y detergentes rusos. Con la complicidad de funcionarios aduaneros, los Ebben movían toneladas de estupefacientes con la misma facilidad con la que otros manejaban mercancía legal.

Pero el 2 de octubre de 2020, la suerte de Marco Ebben cambió. Europol finalmente logró que se le fincara responsabilidad penal, y fue condenado a siete años y cuatro meses de prisión por tráfico ilícito de drogas. La acusación: introducir 400 kilos de cocaína a los Países Bajos entre 2014 y 2015, ocultos en contenedores de piñas provenientes de Brasil. Pero un hombre como Ebben no estaba hecho para languidecer tras las rejas. Antes de cumplir su condena, escapó y se convirtió en uno de los fugitivos más buscados de Europa.

De España a Dubái, de Italia a Turquía, su rastro era un espejismo, siempre un paso adelante de la ley. Sin embargo, su destino lo alcanzó en junio de 2024, cuando fue herido en un tiroteo en Turquía. Lejos de rendirse, consiguió un pasaporte ruso y huyó a México, donde su presencia se confirmó a través de imágenes filtradas en redes sociales. Allí aparecía junto a sicarios de La Mayiza, algunos de ellos portando equipo táctico con insignias holandesas, un detalle que no pasó desapercibido.

Su relación con México

A diferencia de otros operadores del narcotráfico, Marco Ebben no era solo músculo. Era inteligencia. Con educación privilegiada y dominio de seis idiomas, se convirtió en un broker clave para el Cártel de Sinaloa, asegurando la entrada de la organización criminal en los mercados europeos. Sus lazos con Ismael “El Mayo” Zambada se afianzaron a través de José Rodrigo Aréchiga Gamboa, alias “El Chino Ántrax”, jefe de Los Ántrax, arrestado en 2013 en los Países Bajos.

Pero Ebben no solo era un puente entre Sinaloa y Europa. También era un proveedor de guerra. Se le atribuye la compra de armamento de alto calibre que ni siquiera estaba disponible en el mercado negro estadounidense, asegurando que el cártel estuviera siempre un paso adelante de sus enemigos y de la ley. Además, operaba una vasta red de lavado de dinero con empresas offshore y coordinaba envíos de cocaína a múltiples destinos, desde América Latina hasta Turquía.

Las autoridades mexicanas, en especial la Secretaría de Marina (Semar), ya lo tenían en la mira. “Él ya estaba siendo seguido de cerca desde hace mucho tiempo”, aseguró el periodista Óscar Balderas en una entrevista con Milenio Televisión. “Su peligrosidad y su influencia global lo convertían en un objetivo prioritario.”

Quizá por eso Ebben eligió Atizapán, en el Estado de México, como su último escondite. Un lugar donde la policía municipal está bajo control de la Marina, el único cuerpo de élite que podía detenerlo. Pero alguien se les adelantó. Y cuando Ebben cayó bajo una lluvia de balas, la pregunta no era solo quién lo había matado, sino qué secretos se llevaron con él.

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